Disertación informal sobre Osokin, el cerebro y la vida I

Acá lanzo mi primer esbozo de una reflexión de ducha:

Estaba como siempre conversando conmigo mismo, repitiendo un ambiente conocido en mi cabeza, una clase de lenguaje plástico de esas que me gustaron realmente, y una cosa llevó a la otra.

Paseaba entre mis fantasías, imaginando que se discutía acerca de alguna propuesta mía, en mi cabeza estaban los recurrentes vidrios rotos y un acercamiento a mi entendimiento de la realidad del yo, de la conciencia y demas... apoyaba mi trabajo en lo poco que había entendido de un discurso de 3 horas de Allan Watts y apoyaba un poco la referencia a este señor, en mis lecturas superficiales de Ouspensky y Gurdjieff. (modestia de mierda la mía)





Y ahí me voy acercando a mi punto. De hecho, el titulo de esta nota hace referencia a una novela de Ouspensky.

En la conversa hablaba un poco de la noción del "eterno retorno" con la que no estoy tan familiarizado, pero, yo asocio dicha expresión con la experiencia del personaje central de esta novela.
En "la extraña vida de Ivan Osokin" este hombre se da cuenta de la imposibilidad de cambiar el devenir, y se hace lo que podría ser un acercamiento a esta bella noción del olvido que en tantas oportunidades discutí con E. de mex (aunque en este caso podría ser solamente una forma interesante de hablar de estas visiones místicas de la propia vida de uno, del propio futuro)

La cuestión es que sentí que podría explicarme esta experiencia de vida a través de la lupa de la teoría del cerebro triuno:
La imposibilidad del cambio en Osokin no es mas que el confrontamiento de la percepción de la vida y los fenómenos psicológicos y espirituales usuales originados en la neocorteza, con la dureza de los patrones y parámetros, esas riveras de energía tan necesarias para la vida, tan difíciles de romper con los antojos simples que van y vienen, expresados en una débil y efímera cuasi-voluntad frustrada cotidianamente.

_La lucha de el intelecto y la sensibilidad poética, las inefables experiencias espirituales, contra la tierra, contra la serpiente originaria, con lo reptiliano_

(En este preciso instante no puedo evitar relacionar lo reptiliano con los símbolos comunes en tantas facetas de la cultura, en la religión, en el cine, por todos lados, desde la tentación en el edén, hasta el clímax en Rango... ahí está.. presente, la fuerza de la ondulación mas básica...)

Y al final, cuan importante es la solución de estos conflictos? cual es el paso a seguir en medio de la oscuridad?

cual es la pregunta adecuada? y acaso vale la pena hacerla? ondulo ondulo ondulo.

Uno debe seguir caminando, y creciendo. Todas las experiencias enriquecen: no se puede construir eso que queremos en el fondo, dejando por fuera parte de nuestra vivencia en esta tierra.

Donde quedan los violadores, pederastas, asesinos, psicópatas, sádicos, enfermos mentales?

Demasiado difícil... imposible cambiar la mierda del mundo?

O quizás la respuesta vaya por explorar nuestra misma habilidad constructiva y transformadora en los términos y según las leyes del mundo interno?
conocernos en primera instancia, y quizás en última también.

Pero conocernos de verdad, profundamente, VER.

que tanto importa que otros lo hagan? esa sería la única forma real de generar el cambio, quizás ese sería el cambio en si, pero como invitar a la gente a ir hacia dentro?
como apalancar ese proceso? con el propio de uno? con un contacto directo? enamorándome? el arte? explorando lo pop? ...ahí he estado antes.

Por un lado es fácil sentirse rebasado por la mierda, por otro, quizás subestimo a las personas.
y definitivamente, intuyo que a través de mi crecimiento es mas fácil transformar la realidad.

Mi estómago lo pide a gritos, ya lo he estado haciendo por miles de años. Lo he conseguido. He tenido que construir rascacielos para poder conocerme, y ahora me atestiguo, lleno de crisis en mi apogeo.

mientras mas rápido me aclare, mas tiempo podré invertir en convertirme en la palanca que quiero ser, mas tiempo podré invertir en conocer como funcionan las cosas, no me rindo por nada del mundo.